Túcume, en Lambayeque, es reconocido como la tierra natal del sabio Federico Villarreal, y también como un antiguo centro ceremonial y administrativo de gran relevancia cultural. Perteneciente originalmente a la cultura Sicán o Lambayeque en el siglo XI, Túcume mantuvo su importancia durante los periodos Chimú e Inca, y fue escenario de múltiples expresiones culturales colectivas.
Según la leyenda local, registrada por el cronista Miguel Cabello Valboa en 1586, Túcume fue fundada por el héroe mítico Naymlap, quien llegó del mar y organizó la ciudad junto a los campesinos en torno al cerro La Raya. Este lugar sagrado habría sido punto de encuentro para actividades cívicas, rituales y festividades comunitarias, que seguramente incluían danzas, procesiones y prácticas físicas simbólicas ligadas al calendario agrícola y astronómico.
Las actividades culturales y deportivas son expresiones fundamentales del ser humano que promueven el desarrollo físico, mental y social. A través de estas actividades, las personas exploran su creatividad, mejoran su salud y fortalecen sus vínculos comunitarios.
No podemos hablar de actividades deportivas y culturales sin antes comprender al ser humano en toda su complejidad: su historia, sus emociones, sus valores, su cuerpo y su esencia más profunda. Solo conociendo integralmente al ser humano es posible diseñar experiencias que lo transformen, lo dignifiquen y le den sentido.
El descubrimiento de las leyes de la herencia por Gregory Mendel en 1865, considerado el padre de la genética, marcó un hito en nuestra comprensión de lo que somos. A partir de sus estudios, sabemos que el ser humano no solo es biología, sino una combinación única de herencia genética, ambiente, educación, cultura y conciencia.
Desde esta mirada integral, el deporte y la cultura no pueden verse como simples actividades recreativas, sino como espacios privilegiados de formación humana, donde se expresa la identidad, se cultivan valores, se experimentan emociones profundas y se construye comunidad.